Al observar mi reflejo en el espejo, una sensación de desconcierto se apoderó de mí. La imagen que me devolvía el cristal no correspondía a quien soy en realidad. La falda vaporosa que llevaba puesta me hacía sentir como un algodón de azúcar, mientras que la ceñida blusa me impedía respirar con normalidad. Mi peinado extravagante y los llamativos zapatos no hacían más que exacerbar la sensación de estar fuera de lugar. Me preparaban para una presentación en mis primeros años como cantante.

En ese momento, recordé la historia del joven David enfrentando al gigante Goliat. Cuando el rey Saúl intentó equiparlo con su pesada armadura, David se dio cuenta de que no podía luchar eficazmente si no se sentía cómodo con lo que llevaba puesto. De manera similar, al contemplar mi atuendo y mi aspecto, comprendí lo crucial que es sentirse auténtico y fiel a uno mismo para poder desempeñar nuestro papel en este mundo con integridad y confianza.

Al rememorar esta escena de hace ya varios años, reflexiono sobre la importancia de la autenticidad en todas las facetas de la vida. Cuando nos vemos forzados a actuar de manera que no refleja nuestra verdadera esencia, nos resulta difícil cumplir con nuestras responsabilidades y enfrentar los desafíos que se nos presentan.

Es que, en la travesía de la vida, a menudo nos encontramos navegando por mares turbulentos de expectativas externas, presiones sociales y la constante búsqueda de la aprobación de los demás. En este vaivén, es fácil perder de vista quiénes somos realmente y qué es lo que nos hace únicos. Sin embargo, la verdadera grandeza y plenitud personal se encuentran en ser genuinos y auténticos en todo momento.

La autenticidad es el acto de ser fiel a uno mismo, de mostrarse al mundo tal como somos, sin máscaras ni disfraces. Es un acto de valentía que nos libera de las cadenas de la falsedad y nos permite vivir con integridad y congruencia. Cuando somos auténticos, irradiamos una energía genuina que atrae a los demás y nos permite establecer conexiones profundas y significativas.

Ser auténticos comienza con la autoconciencia y la aceptación de uno mismo. Es importante tomarse el tiempo para reflexionar sobre nuestras emociones, valores y creencias, y estar en sintonía con nuestras necesidades y deseos más profundos. Esto nos permite vivir en congruencia con nuestra verdadera esencia y tomar decisiones alineadas con nuestros principios.

En nuestras relaciones ser auténticos en implica ser honestos, veraces y transparentes con los demás. Significa comunicarnos de manera abierta y sincera, expresando nuestras opiniones y sentimientos de manera respetuosa pero directa. Al hacerlo, construimos relaciones basadas en la confianza y el respeto mutuo.

La autenticidad también implica aceptar nuestra vulnerabilidad y permitirnos ser imperfectos. Reconocer nuestras debilidades y limitaciones no nos hace débiles, sino humanos. Al abrirnos a la vulnerabilidad, nos conectamos más profundamente con los demás y creamos un espacio seguro para el crecimiento y la sanación. Cuando nos permitimos ser quienes realmente somos, experimentamos una profunda sensación de libertad y paz interior. 

Aquel día, en ese momento frente al espejo, decidí hacer las modificaciones necesarias para sentirme cómoda y segura con mi apariencia, y aunque esto no les gustó mucho a los estilistas que me vestían, yo por mi parte, al hacerlo, no solo me liberé de la opresión de una imagen falsa, sino que también di un paso más hacia el descubrimiento y la expresión de mi verdadero ser. Desde entonces, me comprometí a abrazar mi autenticidad en todo lo que hago, sabiendo que es la clave para cumplir mi propósito en este mundo y vivir una vida plena y significativa.

Hoy te invito a hacer de este viaje hacia la autenticidad nuestro propósito de vida, guiándonos en cada paso hacia una existencia más plena y significativa. Al igual que David y yo, aprende a reconocer y utilizar tus propias habilidades y fortalezas en lugar de tratar de encajar en moldes prefabricados que no te representan. 

Libérate de cargas y estereotipos, reconociendo tu singularidad e irrepetibilidad. No hay dos como tú; tu verdadera esencia es lo que debes reflejar. Hazlo hoy como solo tú lo harías, siendo genuino y auténtico. Este camino nos lleva hacia la plenitud y grandeza personal mientras esperamos nuestro destino final: el cielo.Principio del formulario

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«¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas y esto lo sé muy bien!» (Salmo 139:14 NVI)

¡Feliz y bendecida semana!

Con cariño,

Nataly Paniagua