Era la tarde de aquel sábado a mediados de enero de 1998 y, nuevamente, a eso de las dos de la tarde, iniciaba mi maratón de lectura de novelas. Durante aproximadamente tres años, manifesté una adicción a este tipo de literatura. En esa época, cursaba mis estudios secundarios en un seminternado y era bastante productiva. Sin embargo, al llegar el fin de semana, mi hábito era recostarme en mi cama a leer este tipo de literatura, regularmente después de almorzar. Leí cientos de estas clásicas novelas de romance, pasión, desamor y drama. Como una leona hambrienta, devoraba hasta 250 páginas en poco menos de dos horas.

No obstante, al concluir cada maratón de fin de semana, me sentía cargada, drenada y poco productiva. Esto, sumado a que el descanso, así como las tareas personales, y los quehaceres de la casa se veían relegados a un segundo plano, me retrasaba en cumplir con ellos. En muchas ocasiones, terminaba dormida con alguna novela en las manos, mi mente volando por los aires, pues salía de la realidad, pensando solo en príncipes y doncellas. Para despertar con el sonido ruidoso de la voz de mi madre, evidentemente alterada y con su habitual reprimenda, lo cual, les cuento, me hacía volver drásticamente a la realidad.

En nuestra vida diaria, a menudo nos encontramos con "ladrones de energía", que hurtan, roban y drenan nuestras energías. Estos ladrones pueden presentarse en diversas formas: personas, situaciones, pensamientos negativos e incluso nuestras propias acciones. Nuestra energía, potencialidad, capacidad de producir y de crear es muy valiosa, es como un diamante, única y esencial para nuestro bienestar y felicidad. Pero a lo largo de cada día, pueden aparecer ladrones que intentarán robarla.

Algunos de estos ladrones son muy obvios, como una persona tóxica que siempre te critica o murmura, o regularmente te aborda con problemas, malas noticias, quejas, chismes, tristezas y depresión. Personas a las que les cuentas tus planes y siempre tienen una palabra negativa. Así como una situación estresante en la casa o en el trabajo. La falta de descanso. Si te topas con algo de lo anterior mencionado, ahí, real y efectivamente, estás mirando a un ladrón de energía. Estos tienen una capacidad extraordinaria para robarte la paz, el gozo, la alegría, los sueños, y son expertos destructores de ideas.

Otros ladrones son más sutiles e invaden desde adentro, como los pensamientos negativos que se arrastran en tu mente o las distracciones que te alejan de tus objetivos. Sean estos ladrones internos o externos, todos tienen un objetivo: distraer, agotar, absorber y drenar energías y alejarnos del propósito. Trabajan arduamente en la búsqueda de llevarnos al no cumplimiento de nuestros sueños, planes y metas.

A propósito de que iniciamos un nuevo año, te invito a que reflexiones intencionalmente sobre lo que te roba la energía, el ánimo y el deseo de hacer en tu vida diaria. ¿Son ciertas personas o situaciones? ¿Son ciertos pensamientos o comportamientos? Al identificar a estos ladrones, toma la decisión de eliminarlos y las medidas para protegerte de ellos cada día y en el futuro, estableciendo límites.

Esto puede significar decir "no" a las demandas excesivas de tu tiempo y energía, o alejarte de las personas y situaciones que te agotan y no aportan mucho o nada. También puede significar limitar el tiempo que pasas en actividades que no contribuyen a tu bienestar o felicidad. Tal cual hice yo, al abandonar esta adicción, con la ayuda del Señor y aunque sigo amando leer, siempre intento que sea literatura productiva y que agregue valor.

Aprendamos a identificar estos intrusos ladrones de energías, metas y sueños. Y procedamos a desalojarlos, sacarlos y eliminarlos. Sin miramientos, sin protocolos, ni educación, pues nada bueno traen a nuestra vida. Además, es importante cultivar pensamientos y comportamientos positivos. En lugar de permitir que los pensamientos negativos nos roben energía, tratemos de reemplazarlos. Y sigamos creciendo, porque el cielo es el límite.

«Todo está permitido, pero no todo es provechoso. Todo está permitido, pero no todo es constructivo».(1 Corintios 10:33 NVI) 

 

¡Feliz y bendecida semana!

 

Con amor,

 

Nataly Paniagua