En el reloj de pared, la delgada “manecilla de los segundos” se movía con su velocidad acostumbrada. Detrás de ella y pisándole los talones iba la “manecilla de los minutos”. Un poco más lenta, pero imponente, llegó la señora “manecilla de la hora”, consciente de que con su paso final y al reunirse con las demás, es quien define el cambio total. Todas se encuentran en este instante específico, se saludan con gran entusiasmo y juntas se unen en un momento impactante, las doce de la medianoche. Acelerada como siempre, la primera en despedirse y seguir su ruta es la “manecilla de los segundos”, y las demás no tienen otra opción que seguirle el paso. Cada una irá por su camino, pero seguramente se encontrarán de nuevo. Es un nuevo día, una nueva historia, un nuevo año.

Aprendí a muy temprana edad a leer la hora en diferentes tipos de relojes, considerando el privilegio que tengo de que mi padre es relojero. El código para identificar el cambio de una hora a otra ya sea en relojes que constan de tres, dos o incluso una sola manecilla, es ver la posición de la “manecilla horaria” en los números o posición de los números. Sean estos relojes de los que miden doce o veinticuatro horas, respectivamente.

A medida que el reloj avanza hacia la medianoche del 31 de diciembre de este año 2023, nos encontramos en la encrucijada de un año que se va y otro que está por comenzar. El año 2023 ha sido un viaje lleno de risas y lágrimas, de altibajos, de desafíos y triunfos. Pero, como cada final define un nuevo comienzo y es necesario prepararse para dar la bienvenida al año 2024, con gran esperanza y determinación.

En mi caso, de manera particular, al finalizar este año imagino que estoy en un barco, navegando en el vasto océano de mi vida. El año 2023 es el agua que queda atrás, las olas que he navegado, los hermosos días soleados en los que me he relajado en la proa, así como las tormentas que he soportado. Cada ola, una experiencia. Cada día de sol, una evidencia del amor de Dios. Cada tormenta, una lección. Al mirar hacia atrás, no lo hago con pesar, sino con incomparable gratitud. Porque cada desafío me ha hecho más fuerte, cada día de sol ha sido un recordatorio de que Dios aún no ha terminado conmigo y cada dificultad me ha hecho más resiliente.

A pocas horas de terminar este año, dirijo mi mirada hacia el horizonte. Ahí, insinuante, atractivo y tentador, me espera el año 2024. Un gran océano inexplorado y lleno de posibilidades. Es un lienzo en blanco, listo para ser pintado con mis segundos, minutos, horas y días de sueños, metas y aspiraciones. Es como un libro sin escribir. Un sinnúmero de hojas en blanco que tendré disponibles para llenar con más historias de aventuras y crecimiento, conforme a la voluntad de mi Creador.

Prepararnos para este viaje requiere orden, para tener claro cuál es el rumbo, para mantener nuestro barco en buen estado, para saber cuándo es el momento de izar las velas, conocer las temporadas en el trayecto y saber cuándo es el momento de anclar. Debemos llevar con nosotros todos los instrumentos y provisiones que necesitamos para recorrer esta nueva aventura.

Mientras nos preparamos para zarpar hacia el año 2024, te invito a que te tomes un momento para reflexionar. Reflexiona sobre tus logros, tus fracasos, tus alegrías y tus penas. Pero no te quedes atrapado en el pasado. Utiliza estas reflexiones como un faro, para iluminar tu camino hacia el futuro. Tal cual cada una de las manecillas del reloj reconoce su propósito y no se detiene. No veas con pesar todo lo que no lograste, pues cada año trae consigo una nueva oportunidad de hacerlo mejor. Reconozcamos que tendremos 366 nuevas oportunidades (considerando que este próximo 2024 es año bisiesto), para hacerlo mejor, amar más, expresar más, ser más productivo, disfrutar más. En fin, es un nuevo año para vivir más.

Entretanto el reloj se acerca a la medianoche y cada manecilla sigue su ruta. Mientras el año 2023 se desvanece a nuestras espaldas y el año 2024 se asoma en el horizonte, te deseo un viaje lleno de aventuras, amor, provisión, crecimiento y superación integral. Que el año 2024 sea tu mejor año hasta ahora. Avancemos al ritmo de Dios, sin prisas, pero sin pausa. Nos veremos del otro lado, para continuar contándonos, leyéndonos y disfrutando de esta aventura de crecimiento. Conscientes de que el cielo es el límite. Nos vemos el próximo año, con el favor de Dios.

«Cada mañana se renuevan sus bondades; ¡muy grande es su fidelidad! Me digo a mí mismo: «El Señor es mi herencia. ¡En él esperaré!». (Lamentaciones 3:23-24 NVI)

Feliz fin de año 2023 e inicio de año 2024.

 

Nataly Paniagua