Por la gracia divina, nos encontramos una vez más. Mi oración es para que tú y tus seres queridos estén bien en este día. Que la paz, el consuelo y el abrazo del Padre estén con todos aquellos que hoy despiertan con dolor por la pérdida de un ser querido o de un bien material. Dios está con nosotros.

Ayer, al despertar en mi cama, junto a mi esposo y mis hijos, después de una muy oscura y larga noche, de gran ruido, lluvias torrenciales, fuertes y potentes truenos y de una brisa impetuosa, leí las trágicas y tristes noticias, como resultado de un "disturbio tropical" que azotó a mi amada República Dominicana este pasado sábado dieciocho de noviembre de 2023. Esto que pareció una cruel despedida de la temporada ciclónica, la cual concluye el próximo día treinta de este mismo mes de noviembre.

Todo sucedió en menos de cuarenta y ocho horas, en las cuales el cielo se tiñó de gris y se desbordó sobre el territorio nacional. Las fuertes lluvias, ocasionaron importantes inundaciones, crecida de ríos, daños a las calles y avenidas, deslizamientos de tierra, derrumbes y colapsos de puentes que ocasionaron pérdidas humanas irreparables, así como pérdidas materiales.

Durante el transcurso del domingo, con las labores en el país suspendidas y los compromisos ministeriales que regularmente tengo durante los fines de semana cancelados, nos quedamos en casa. Mientras realizaba actividades del hogar, desde mi ventana miré al cielo y observé el nacimiento de un hermoso arcoíris. A pesar de que mis ojos se llenaron de lágrimas al pensar en todo lo sucedido el día anterior, al mirar esta maravilla de la creación, no pude evitar que una sonrisa se dibujara en mi rostro, brillante como el sol. Ver estos hermosos colores en el arcoíris, después de un día tan gris, fue un recordatorio de que Dios aún no ha terminado con nosotros y de que nuestra familia y nación están en sus manos. Sus promesas son fieles y verdaderas.

Todos hemos atravesado temporadas difíciles, días de tormenta, donde las lluvias torrenciales han enfriado nuestro corazón. Hay momentos en los que fuertes truenos y las luces de los relámpagos nos han asustado hasta la médula, provocándonos gritos de miedo, encogiéndonos por el susto, y en los que buscamos el abrazo de un ser amado, de los hijos, o en ocasiones, cuando no hay otra opción, abrazamos fuertemente alguna almohada. Son tiempos en los que la soledad nos abruma, la incertidumbre nos envuelve y pensamos que la oscuridad y el mal tiempo no pasarán. Parece como si el día y la noche se volvieran eternos. Sin embargo, es importante recordar que después de la tormenta siempre llega la calma. Y que debemos mantener la esperanza, porque incluso en los momentos más oscuros, la luz siempre encuentra una manera de brillar.

Al reflexionar sobre el arcoíris, me encontré pensando en la espera de Noé dentro del arca junto a su familia y todos aquellos animales que el Señor le instó a subir a esa extraordinaria embarcación que le tomó un siglo construir. Imagino la incertidumbre que debió haber vivido esta familia y sus especiales acompañantes. Sin embargo, finalmente, después de la espera y del retorno de la paloma mensajera con una pequeña ramita verde de olivo, se evidenció que el tiempo difícil había terminado y que el sol ya había salido. De la misma manera, al mirar el arcoíris, mi corazón recibió el recordatorio de la promesa de Dios y el llamado a agradecer cada día.

Hoy, incluso en medio de lágrimas y dolor, el arcoíris de Dios aparece para todos. Este es un mensaje que anuncia el fin de la tormenta y un recordatorio que proclama el amor de Dios y sus promesas para cada una de nuestras vidas, con una voz mucho más fuerte que cualquier trueno, huracán o lluvia.

Que el arcoíris y sus brillantes siete colores nos recuerden hoy las promesas, la gracia y el favor de nuestro Dios sobre nosotros y nuestros seres queridos, y que despertamos con nuevas misericordias. Te invito a recordar siempre que Él es bueno, y a pesar de lo gris que pudo haber sido ayer, el sol vuelve a salir, porque Dios aún no ha terminado con nosotros. Sigamos creyendo y esperando, porque el cielo es el límite.

"He puesto mi arco iris en las nubes. Esa es la señal de mi pacto con ustedes y con toda la tierra". (Génesis 9:13)

¡Feliz y bendecida semana!

 

Nataly Paniagua