¡Hola mis amados lectores! Agradecida con el Padre por el tiempo que me dedican y de crecer juntos en esta maravillosa aventura.

Cada mañana recorro aproximadamente una hora en mi vehículo para llegar desde mi casa a mi lugar de trabajo. La ruta es de solo unos dieciséis kilómetros de distancia. que debería transitar en un tiempo promedio de veinticinco a treinta minutos. Esos sesenta minutos que manejo -en lugar de los treinta minutos promedio- evidencia el tránsito caótico que se vive en mi amado Santo Domingo, República Dominicana. En más de una ocasión durante el trayecto he cedido el paso  a algún otro vehículo o a algún peatón. Algunos de ellos me han respondido a esta acción con un toque de bocina, en otros casos algunos peatones me han mirado, asintiendo o haciendo algún ademán de agradecimiento. Otros sencillamente pasan sin más.Pero recuerdo especialmente una ocasión en la que cedí el paso a una mujer de mediana edad, la que me brindó la más hermosa sonrisa de gratitud que yo haya visto, esto a pesar de la ausencia de algunas piezas dentales en su boca. Esa maravillosa sonrisa, recibida como regalo por haberla dejado pasar bendijo mi día. Y esa mañana, yo también sonreía.

Ceder se define como dar, transferir o traspasar a alguien una cosa, acción o derecho . Es sinónimo también de perder, pues le entregamos a otro algo que nos corresponde. En el lenguaje jurídico existen “cesiones de derechos”, lo que representa la transmisión de un derecho real o de crédito mediante título a otra persona. Implica que quien recibe los derechos se convierte en el nuevo propietario de lo cedido, en las mismas condiciones que tenía el anterior dueño.

Desde una perspectiva emocional, para ceder es necesario el desapego . Se requiere que nos desprendamos, rindamos los egos y el orgullo y seamos empáticos con los demás. Ceder es una decisión, que va guiada por la necesidad que observamos en los demás, y la que a su vez anteponemos a la nuestra propia. Considera que ceder es un acto de bondad y de amor, que refleja lo que hay en los corazones de las personas. Y aunque implica que debemos detenernos, parar en nuestra ruta, y en ocasiones perder el control, finalmente nos regala una gran satisfacción personal y espiritual al ver el resultado en la otra persona.

Hoy por hoy, se hace necesario que nos detengamos para que alguien más pase; que callemos, para que alguien más hable. Que nos pongamos de pie para que alguien más tome nuestro asiento, reconociendo así que damos es porque tenemos.

Esta capacidad de ceder también refleja madurez y crecimiento personal.

«Recuérdales a los creyentes que se sometan al gobierno ya sus funcionarios. Tienen que ser obedientes, siempre dispuestos a hacer lo que es bueno. No deben calumniar a nadie y tienen que evitar pleitos. En cambio, deben ser amables y mostrar verdadera humildad en el trato con todos». (Tito 3:1-2 NTV)

«Sanen a los enfermos, resuciten a los muertos, curen a los que tienen lepra y expulsen a los demonios. ¡Den tan gratuitamente como han recibido!». (Mateo 10:8 NTV)

Hoy te invito a que cedamos el paso, a que trabajemos en la búsqueda de esas expresiones o palabras de agradecimiento de alguien y por qué no una sonrisa, como resultado de haberles permitido pasar. De seguro tenemos la oportunidad hoy de brindar nuestro turno en la fila a alguien, de permitir que ese colega presente su idea antes que la nuestra. Dejemos el escenario para que otro lo ocupe, pasemos el micrófono a alguien más, entreguemos lo que por gracia hemos recibido de parte de Dios.  Él nos ha regalado oportunidades maravillosas, y nosotros podemos darles la oportunidad a otros, para que también sean bendecidos y crezcan en aquellas áreas de sus vidas donde más lo necesitan. Que hoy podemas sentir la satisfacción que genera ceder el paso a alguien, aunque debamos detenernos. Y recordemos que el cielo es el límite.

¡Muy feliz y bendecida semana!

 

Nataly Paniagua