Hola mis amados lectores, nuevamente nos encontramos iniciando esta semana para juntos continuar esta ruta de crecimiento. Dios nos ha guardado y eso es un claro mensaje que evidencia Su misericordia para con nosotros.

La Real Academia de la Lengua (RAE) define el Oír como percibir con el oído los sonidos y Escuchar como prestar atención a lo que se oye. La capacidad de escuchar está determinada básicamente por la atención que prestamos a lo que oímos. Es por lo que, no necesariamente porque tengamos el sentido del oído en buen estado, esto se traducirá en que escuchemos adecuadamente. Algunos sinónimos de escuchar son los siguientes: atender, oír, percibir, enterarse, prestar atención, prestar oídos.

En la Palabra de Dios encontramos una escena bastante interesante acerca de a quien escuchamos o ponemos atención. Elías, el gran profeta enviado por Dios había realizado proezas delante del pueblo. Había recibido instrucciones de Dios que ejecutó al pie de la letra, lo que trajo como resultado el respaldo del Señor en todo lo que hacía. (1 Reyes 18) Sin embargo “escuchar” la amenaza de una reina de que lo mataría por todo lo que había hecho anuló su fe, infundió temor y ocasionó que este hombre de Dios huyera despavorido lo más lejos posible de la amenaza. Reflexiono que mientras caminaba asustado y enfocado en la amenaza recibida, ya no le era tan fácil recordar todo lo que Dios le había dicho y lo había hecho antes a través de él. Por lo que Dios se le aparece de nuevo y llama su atención.

«El Señor le ordenó: —Sal y preséntate ante mí en la montaña, porque estoy a punto de pasar por allí. Mientras estaba allí, el Señor pasó y vino un viento recio, tan violento que partió las montañas y destrozó las rocas, pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento hubo un terremoto, pero el Señor tampoco estaba en el terremoto. Tras el terremoto vino un fuego, pero el Señor tampoco estaba en el fuego. Y después del fuego vino un suave murmullo. Cuando Elías lo oyó, se cubrió el rostro con el manto y, saliendo, se puso a la entrada de la cueva». (1 Reyes 19:11-13 NVI)

Esta escena maravillosa evidencia la manera en que, en ocasiones necesitamos apartarnos del ruido y bullicio del entorno para reconectar y escuchar. Es como cuando nos colocamos audífonos en medio del ruidoso tráfico, buscando apartarnos del entorno – pero aún en él - para escuchar con detalle algo en particular. A veces pensamos tener todas las respuestas, pero no es así. Elías conocía a un Dios poderoso, que se había manifestado entre la gente, que había destruido a los enemigos, que en el estruendo exaltó su nombre y se levantó como el Dios de dioses y Señor de señores.

Sin embargo, al escuchar y prestar atención a las amenazas de una mujer huyó. Pero apartado, en intimidad, en el silencio, nuevamente Dios tiene que revelarse, y es interesante observar que la escritura señala que fue a través de un suave murmullo y desde el silencio que Dios lo hace.  El silencio representa la ausencia de ruido, y se hace muy necesario para poder escuchar. En ocasiones debemos desconectarnos del ruido, para realmente escuchar a Dios. Llama mi atención la manera en la que Dios permite que Elías huya, camine varios días, tenga hambre y sed y se detenga a descansar. Es ahí cuando ya se rinde en su naturaleza humana, cuando los sonidos externos se reducen o desaparecen, y entonces está listo para prestar atención. Dios entra en escena y le entrega un mensaje claro: aquí estoy contigo.

Hoy quizá te encuentras en un tiempo de silencio donde has sentido que no hay respuesta. Algunas áreas de tu vida se han tornado gris y nada prometedoras. Sin embargo, te invito a tomar distancia de tu entorno, creando un espacio para escuchar, soltando el ruido y tal vez algunas compañías que no contribuyen con el silencio. Enfócate en el silencio. Presta atención y aprecia el mensaje. Será un espacio para pensar y alimentar tu mente. Hay una palabra, un consejo o un recordatorio que llegará a ti para saber qué hacer y tomar las decisiones correctas. Y seguir caminando. En ocasiones el mensaje llega como un leve murmullo, pero mientras más conectado estás, más identificable y claro será para ti el mensaje. De seguro no saldrás igual y tu capacidad de escucha aumentará. Y mientras escuchas, recuerda que el cielo es el límite.

¡Muy feliz y bendecida semana!

 

Nataly Paniagua