“Les digo la verdad, el grano de trigo, a menos que sea sembrado en la tierra y muera, queda solo. Sin embargo, su muerte producirá muchos granos nuevos, una abundante cosecha de nuevas vidas”. (Juan 12:24 NTV)

En mi relación con Dios he aprendido que la manera que Él tiene para acompañarme en mis procesos de crecimiento no siempre son los caminos más fáciles, pero sí los más efectivos.  El Dios que conozco y al que he dedicado mi vida por más de dos décadas, es un Dios bueno, hermoso y muy especial. Él me ama, me ha escogido, levantado y marcado con un gran propósito en esta tierra. Él tiene multiformes maneras de obrar, de hablar, de manifestarse y de enseñar. Cada situación que me ha permitido vivir y cada lugar donde me ha llevado a caminar han tenido un propósito y ha sido todo parte de su perfecto plan para mi vida.

De manera particular, he vivido momentos muy tristes, días en los que las lágrimas no cesan, donde el frío de la prueba ha calado hasta mis huesos. También he vivido momentos de mucho dolor, donde he sentido que el inclemente calor del proceso me va a consumir. Por más de una ocasión, he llorado frente a un féretro y acompañado a la tumba a un hermano. He despedido seres queridos, he perdido amigos, he sido engañada, me han herido, mentido, usado y maltratado, abandonado y hasta he enfermado. También he perdido proyectos y trabajos. En estos tiempos he sentido que mi Dios no estaba, y hasta pregunté en más de una ocasión a ¿Dónde se fue mi Dios?, ¿Por qué no me evita esta situación? Es que resulta fácil hacer estas preguntas en esos tiempos de dolor, pérdidas, llantos y necesidad.

A pesar de todo y como fruto de cada uno de esos momentos vividos, he aprendido que el plan de Dios para mi es perfecto y que todo tiene sentido. Por muy difícil que sea la circunstancia que atraviese, Él no se olvida de mí. Sigue presente, aunque yo no lo pueda sentir. Sencillamente, es necesario vivir y pasar estas diferentes situaciones para ser formados, aprender y crecer, para definitivamente ser más fuertes. Pues a pesar de que el día se torne gris, al final hay un nuevo amanecer, y ese nuevo día trae consigo un nuevo sol, una nueva brisa, y una esperanza que nos hace estar de pie, levantar el rostro y seguir caminando.

Quizá hoy muchas personas despertaron para asistir a una cita médica por un diagnóstico indefinido. Otros amanecieron ingresados en un hospital o clínica por alguna enfermedad. Algunos retornan esta mañana a una funeraria a continuar con el velatorio de un ser querido, al que finalmente darán el último adiós en esta tierra. Muchos otros no tienen hoy un techo, porque una inundación arrasó con todos sus bienes. Otros tantos hoy no tienen un empleo para sustentar a su familia. Algunos no saben que comerán en todo el día, y una gran cantidad de personas han sido abandonados por quienes amaban o por su propia familia. Hoy muchos más tienen las manos vacías, cuando ayer no podían cargar con todo lo que poseían.

Probablemente hoy tú que me lees te encuentras caminando una ruta, la cual sientes que se torna más empinada, o sientes que el calor es insoportable y la presión física y espiritual se elevan. A ti hoy quiero decirte que también yo he caminado esos caminos y he sentido esa sensación, por lo que te puedo asegurar que efectivamente pasará. Así que tranquilo, pues, aunque quizá no lo sientas, Dios está contigo, este momento terminará y seguirás de pie, pues estas diseñado para “resistir” y serás un testimonio y precedente para otros que vienen detrás de ti.

 “Les he dicho todo lo anterior para que en mí tengan paz. Aquí en el mundo tendrán muchas pruebas y tristezas; pero anímense, porque yo he vencido al mundo. (Juan 16:33 NTV)

Este hermoso día que nos regala Dios, oro porque toda lágrima sea enjugada. Porque la salud que nos otorga la sangre de Cristo sea establecida sobre cada vida que la necesita. Para que recibas un abrazo de Dios y el consuelo del Espíritu Santo en este momento de pérdida. Para que el amor renazca en tu corazón y vuelvas a confiar. Para que se vaya fuera todo temor. Para que puedas abrir tus ojos, sacudirte el polvo, levantar la cabeza y creer que al final es mucho mejor lo que viene…en el nombre de Jesús!

 ¡Levanta vuelo, el cielo es el límite!

 ¡Muy feliz y bendecido día!

 

Nataly Paniagua