Estaba por cumplir 25 años, y a consecuencia de sufrir fuertes dolores de cabeza y de visión borrosa acudí al oftalmólogo para una revisión. Por insistencia de mi madre fui a esa consulta médica, pues para mí no había posibilidad de que tuviera algún problema visual. Siempre consideré que mi visión era excelente, por mi parte yo estaba segura de que tenía una visión 20/20 (esto es la visión normal en ojos sanos, lo que permite que pueda ver momento evidente a una distancia de 20 pies).

Posterior a algunos chequeos, pruebas de reconocimiento de letras en la tabla de visión, así como de algunas preguntas realizadas por el profesional que me atendió vino el diagnóstico final: “Miopía leve”.Esta se define como la afección de la visión en la que los objetos cercanos se ven claramente y los objetos lejanos se ven borrosos. El tratamiento: indicacion para uso de lentes permanentes.

Inicialmente- y de manera natural cuando reaccionamos a los cambios y nuevos procesos- me resistí a ese diagnóstico. Cuestioné al médico, quien me respondió con una frase lapidaria. -Has sido miope toda la vida-. No lo podía creer. Y aun le respondí que no, que yo siempre he tenido una excelente visión.

Entonces él amablemente me preguntó que dónde solía sentarme en el aula de clases cuando estaba en la escuela. Muy orgullosa le contesté que como la chica inteligente que soy, siempre ocupé los primeros asientos. -“En efecto, te sentabas adelante porque nunca has enfocado bien. Como eras más joven la visión se adaptó, pero ya no resiste más. ¡Necesitas lentes!”, concluyó. Que golpe tan duro para mi.

Luego de un momento pregunté por qué la diferencia de graduación entre un ojo y otro, a lo que el doctor me explicó que ambos ojos no están trabajando juntos; uno de los ojos es “vago u ocioso”. A ese fenómeno lo que se conoce como ambliopía. De veras que me reí mucho con esta nota.

Después de salir de la consulta reflexionaba en todo lo conversado con el doctor. Este día entendí varias cosas. Primero, que realmente necesitaba lentes, pues mi visión no era clara, y no podía enfocar adecuadamente las imágenes lejanas. Segundo, que la deficiencia visual había afectado más a un ojo que al otro, esto porque el segundo ojo llevaba una carga superior, como consecuencia de que su compañero no trabajaba lo suficiente y a él le correspondió enfocar más y forzarse para que yo pudiera ver.

De este proceso que les comparto hoy, Dios me regaló dos enseñanzas aplicables a nuestro crecimiento personal.

  • En ocasiones tenemos dificultad para enfocarnos . En nuestro espíritu sentimos que algo no está bien, pero no identificamos exactamente que es. Nos lo ha hecho notar gente que amamos, pero nos negamos a aceptar. Los síntomas son generalmente distorsión en la identificación real de situaciones, visualización incorrecta de las cosas, así como percepción deformada de los detalles. Como resultado, se generan conflictos internos y de paso, conflicto con los demás.
  • Que tal cual es mi ojo vago o perezoso . Existen muchas personas, que en su desenfoque en la vida ocasionan que otros también se desenfoquen. No cumplen sus compromisos y responsabilidades, dando como resultado que el otro (familia, amigo, cercano o compañero de trabajo) pierda parte de sus facultades en el esfuerzo de tener que cubrir sus errores. Al final caminan desenfocados juntos o detienen al otro.

El enfoque puede ser definido como la dirección de la atención o el interés hacia un asunto. Enfocar es también priorizar, prestar atención, estar pendiente, sin distracciones, en las actividades, compromisos, asignaciones, responsabilidades o proyectos. Con ese grado de atención, podemos ver de forma correcta las cosas. Saber claramente hacia dónde vamos y lo que necesitamos para llegar hasta allá.

Muchas luces mal dirigidas buscan desenfocarnos de la realidad y del propósito de Dios, pero debemos poner los ojos en Jesús, que es el autor y consumador de la fe, conscientes de que Él nos guiará a tomar buenas, correctas y sabias decisiones, y a discernir y reconocer los tiempos, sabiendo como debemos manejarnos en medio de ellos. Permaneciendo firmes en valores y convicciones, a pesar de toda la oposición que se nos levante, creyendo que Dios hará conforme prometió.

Finalmente, quiero indicarte que la clave para cumplir con nuestro propósito en la tierra, conforme al llamado de Dios está expresada de forma muy clara en su Palabra, en el libro de Hebreos, capítulo doce, versículo dos, donde cita que debemos enfocar la mirada en Jesús, no así en los hombres y todas las situaciones que se presentan día a día.

Esas situaciones buscan quitarnos la paz, mantenernos apocados, así como también buscan que enfermemos y no crezcamos de manera integral.

Hoy te invito a que abras los ojos, deja que entre la luz de Cristo y enfócate en lo que es realmente importante, te aseguro que no habrá distorsión al mirar.

Fijemos los ojos en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe.” (Hebreos 12:2 NVI)

¡El cielo es el límite! ¡Dios te bendiga y feliz día!

 Nataly Paniagua