De acuerdo con la Real Academia de la Lengua Española, la acción llevada a cabo por un ser humano al atraer aire a los pulmones para después expulsarlo con el objetivo de obtener oxígeno se define como respirar. Otra definición interesante indica que respirar es sinónimo de descansar, aliviarse del trabajo, salir de la opresión, de un agobio o dificultad. En medio de la rapidez y aceleración que lleva el mundo y en el transitar de mi día a día, en más de una ocasión he escuchado la voz de Dios decirme: "respira y relájate". En momentos este llamado viene envuelto en un suave murmullo, pero en otras tantas veces lo he escuchado desde un tono más imperante, siempre atendiendo a la necesidad o que tan rápido voy avanzando.

El deseo incesante de obtener, de tener, de poseer, de ganar y de tomar, nos llena y nos carga. Tanto que, muchas veces olvidamos el "ser" buscando el "tener". Es interesante ver como cada día nuestras agendas están mas repletas de cosas que hacer, en ocasiones algunas de ellas un poco divorciadas de nuestro verdadero propósito en la tierra. La necesidad de encajar, de agradar, de ser aceptados -nuestros egos internos- nos llevan a asumir posturas y compromisos que nos envuelven al punto que padecemos un sentimiento de ahogo. Se nos va el aliento, y nos abrumamos. Y el día termina cargado, y nosotros sin fuerzas. Son muchas las actividades diarias, los compromisos familiares, proyectos de trabajo, personas a las que llamar o enseñar, compras que hacer, enfermos que visitar, amigos por los que orar, y entre otros, que se nos genera una lista interminable, que al solo contemplarla ya estamos cansados. Pensamos en ocasiones que no será posible concluir esas actividades. ¿El resultado final de todo esto? Estrés, presión, traumas, sensación de ineficiencia, poca productividad, enfermedades, y otras tantas emociones que nos cargan.

 

En medio de esos momentos que vivimos, es necesario respirar y relajarse, tomar aire, llevarlo a los pulmones de nuestro interior físico, pero también espiritual, y dejar que corra por todo nuestro ser ese oxígeno, para luego soltarlo lentamente. Cuando respiramos y con intencionalidad pausamos, el oxígeno llegará a nuestro cerebro, y veremos con mayor claridad. De seguro volverá a fluir la creatividad, la capacidad de expresar y de producir, así como la visión más clara del "ser" sobre el "tener". He aprendido que, si no me detengo por decisión propia, veré a Dios detenerme con esos modos de hablar especiales que Él tiene. En más de una ocasión le he visto hablarme a través de una enfermedad, de unos días de internamiento en el hospital, de un accidente de tránsito, del cierre o cancelación de un proyecto, entre otros. Todo esto sencillamente para que respire y me relaje, pues aún en el correr muchas veces es fácil no identificar o reconocer su hermosa voz.

 Es tan simple como detenernos, desconectarnos, pausar y recibir nuevas fuerzas para luego continuar, pero con más conciencia y mejorando de manera intencional la forma en que hacemos las cosas. Y especialmente, buscando la dirección del Señor. Tal como respiramos a diario, es necesario hacer pausas en nuestro día a día, interiorizando lo que declara Jesús a Martha cuando la ve tan afanada en los quehaceres, de manera que se perdió lo más importante que era estar con el Señor y aprender de su Palabra.

 "Marta, por su parte, se sentía abrumada porque tenía mucho que hacer. Así que se acercó a él y le dijo: —Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sirviendo sola? ¡Dile que me ayude! —Marta, Marta —le contestó Jesús—, estás inquieta y preocupada por muchas cosas, pero solo una es necesaria. María ha escogido la mejor, y nadie se la quitará." (Lucas 10:40-42 NVI)

 Hoy te invito a respirar, inhalar y exhalar, levantar los brazos al cielo, mirar todo lo bonito que queda por delante y para lo cual debes tener salud, vitalidad, ánimo y disponibilidad. Es un día propicio para eliminar las voces de derrota en tu interior, creyendo que lo puedes hacer, pues Dios te dotó de todo lo que necesitas para lograrlo. Estas diseñado para las alturas, para alcanzar sueños, pero recordando que somos lo que somos en El y para El. Y nos toca administrar esos dones y talentos, a los fines de que su propósito se cumpla en nosotros.  Una bocanada de aire es suficiente, y de seguro traerá un nuevo tiempo y nuevas estrategias. Esa pausa te ayudará a identificar prioridades y te dará nueva perspectiva para continuar, pues aún nos falta mucho por recorrer. Respira y relájate, todo está bien.

 ¡Prepárate para volar, el cielo es el límite!

 

Nataly Paniagua