“Si un huevo se rompe desde afuera la vida termina. Si se rompe desde adentro, la vida comienza. Las grandes cosas siempre empiezan desde el interior”. Esta frase es del escritor y entrenador personal estadounidense Jim Kwik. La escuché en una etapa muy especial de mi vida, cuando me encontré en un proceso de sanidad interior profunda, e impactó mi corazón de tal manera que pienso que esa frase sencilla tiene una realidad muy cierta.

 

Con el pasar de los años, y en los diferentes procesos que Dios me ha permitido vivir hasta ahora, he aprendido que un corazón sano es sinónimo de una mente y un cuerpo sano, y que aún en los rostros y expresiones de las personas es posible apreciar lo que abunda en su corazón.En el libro de Proverbios encontramos que: El corazón alegre se refleja en el rostro, el corazón dolido deprime el espíritu”. (Proverbios 15:13 NVI).  

 

Las heridas físicas en la persona son causadas por cortes, desgarros, caídas, entre otros. Las heridas internas a su vez son causadas por golpes, traiciones, engaños, pérdidas, abandono, por mencionar algunos. Ambos tipos de heridas representan el resultado de una agresión o trauma en la que se altera la condición natural de un área específica. Este cambio provoca a su vez una respuesta que será directamente proporcional a la herida recibida, por esto vemos a tantas personas de carácter amargo destilar esa amargura cada día a su alrededor.

 

Ya sea en lo físico o a lo interno de las personas afectadas, las heridas se reflejarán, aunque estas quieran ser escondidas, la hinchazón, lo rojo, el pus y en ocasiones el hedor será notorio. Todos nosotros en algún momento hemos recibido heridas, y también la hemos propiciado.

Es imperante la necesidad de ser sanos; pero para serlo, lo primero que debemos hacer es entender y aceptar que existe alguna herida. Este reconocimiento abre el camino de la sanidad, una ruta generalmente difícil y dolorosa; donde las lágrimas brotan y el picor es profundo. El tratamiento realmente es brutal, pero la cura está asegurada si nos abrimos a ser trabajados y no rechazamos la ayuda de Dios, de amigos, familiares, allegados y de profesionales en el área donde estamos heridos.

 

Para el proceso de sanidad interior abrir el corazón es clave. Todas las cosas viejas pasaron y he aquí están siendo renovadas en nuestra vida. Sanar duele y dejar cicatrices, pero estas marcas serán la evidencia de que alguna vez estuvimos golpeados, derribados, debilitados, abrumados, afectados, sin pasión ni deseos de seguir, pero que pudimos, vencer

Hoy te invito a sanar desde adentro y hacia afuera. Perdona, cierra capítulos dolorosos, deja ir, suelta y renuncia a luchar con aquel que está dispuesto a ayudarte. Más bien te insto y te animo a que hoy abras tu corazón, aguantes y resistas el proceso, pues de seguro cuando salgas de él, no serás igual. Serás mejor. Recuerda que tienes mucho que dar, así que sal de ese espacio de dolor, tristeza y amargura, muévete y sana, pues sanar es una parte clave en cuanto a crecimiento se refiere. Tu historia aún no ha terminado. Jesús está esperando para trabajar contigo desde adentro hacia afuera. Esa es su especialidad.

¡Prepárate para volar, el cielo es el límite!

¡Dios bendiga!

 

Nataly Paniagua