Me alegra que nos encontremos nuevamente, y quiero aprovechar esta ocasión para hablarte de alguien muy especial para mí. Intentaré describirlo en las próximas líneas, pero no te aseguro lograrlo por completo. Él es el que me ama más que nadie, quien dejó el cielo, su corona y el reinado por mí. La humildad personificada. Quien pudiendo nacer en palacio, entre sedas y diamantes, prefirió el estiércol y la madera, el que sin miramientos abraza al desvalido, el que visita las casas de los rechazados y marginados y come en la mesa con ellos. El que siempre está dispuesto, abraza cuando otros excluyen, y perdona aún a los traidores. Es la manifestación de la belleza, el más hermoso de los hijos de los hombres.
«Eres el más apuesto de todos! ¡De tus labios se desprenden palabras amables! Dios mismo te ha bendecido para siempre». (Salmos 45:2 NTV)
Sinceramente me place contarte que tengo el privilegio especial de conocerle, a Él que da vida, que quita la vergüenza, que confronta a los sabios y enaltece a los humildes, que al hablar lo hace con sabiduría. Te cuento que, es mi predicador favorito y mi maestro preferido, el instructor más enfocado y coherente que conozco, el transformador de vidas. El que se deleita en dar de comer a los hambrientos, y se conduele del débil y del que no tiene líder, él es promotor de la sanidad, el único camino al Padre, el más integro de los hombres, un ejemplo de valores y el responsable de mi gozo. De veras que es sumamente apuesto y elegante y es el alma de las fiestas.
Te sigo describiendo… Él es el de la sonrisa más hermosa, el mejor amigo, hijo, hermano, consejero, colega y compañero. ¡Si! Es al que más ama mi alma, el de la más hermosa voz, el de la más dulce mirada, el de las más tiernas manos y los más hermosos pies. Te comento que, Él no tolera la injusticia, le exaspera la mentira, condena la falsedad, y puedo decir que Él es la “paranoia” de los fariseos.
Mi amado es promotor del crecimiento y de la transformación, es el que tiene el más hermoso nombre, es Admirable, Dios fuerte, príncipe de Paz. Él cura a los heridos, da vista a los ciegos, liberta a los presos y levanta a los caídos. Él es el centro de los tiempos, por eso su nacimiento representó la división de la historia misma. Él es poesía, brisa fresca en el verano y abrigo en el invierno. Él tiene un nombre que es sobre todo nombre, ante cuya sola mención todo el universo se postra, es luz en las tinieblas y ríos en la sequedad.
«En cambio, renunció a sus privilegios divinos; adoptó la humilde posición de un esclavo y nació como un ser humano. Cuando apareció en forma de hombre se humilló a sí mismo en obediencia a Dios y murió en una cruz como morían los criminales. Por lo tanto, Dios lo elevó al lugar de máximo honor y le dio el nombre que está por encima de todos los demás nombres…». (Filipenses 2: 6-11 NTV)
Sencillamente fui diseñada por y para Él, mi amor, mi valiente caballero, si, el de la Cruz, ¡su nombre es JESÚS! ¿Lo conoces? Si es así, te invito a que juntos en estas fechas, en las que se recuerda el final de su recorrido por la tierra y retorno a su lugar de origen, así como en todas las demás fechas que nos toque transitar en este espacio terrenal, seamos su reflejo. Levantemos su nombre, honremos su sacrificio y entrega, y celebremos su victoria.
Pero si, por el contrario, aún no le conoces, te invito a tomar la decisión más importante de toda tu vida: abrirle tu corazón a Él, permitir que entre, como el caballero que es y te aseguro no te arrepentirás.
Me despido hoy, no sin antes decirte que me encantaría leerte a ti. Si así consideras, puedes compartir conmigo algún poema o escrito que le hayas dedicado a Él. Sinceramente agradecería saber si mi flamante caballero te ha enamorado a ti tanto como a mí.
¡Prepárate para volar, el cielo es el límite!
Nataly Paniagua