“Alicia empezaba a cansarse de estar sentada junto a su hermana en la orilla del rio y de no tener nada que hacer. Una o dos veces había echado un vistazo al libro que estaba leyendo su hermana, pero no tenía dibujos ni conversaciones. «¿Y de qué sirve un libro sin dibujos ni conversaciones? », pensó Alicia.
Así que estaba considerando en su mente (lo mejor que podía, porque el día caluroso la hacía sentir muy somnolienta y estúpida), si el placer de hacer una cadena de margaritas valdría la pena el esfuerzo de levantarse y recoger las margaritas, cuando de repente, vio un conejo blanco con ojos rosados, que pasó corriendo a su lado.
Nada parecía muy extraño en eso, hasta que escuchó al conejo decir, en voz baja, “¡Ay! ¡Voy a llegar tarde!”. Alicia pensó que eso era algo un tanto peculiar, aunque no le dio mucha importancia en ese momento.
Sin embargo, lo más extraño ocurrió cuando el conejo sacó de su chaleco un reloj de bolsillo, y miró rápidamente la hora. Alicia se puso de pie de un salto, porque se le ocurrió que nunca había visto un conejo con un chaleco de bolsillo, ni sacar de él un reloj, y ardiendo de curiosidad, corrió por el campo tras él y, afortunadamente, llegó justo a tiempo de verlo caer por una gran madriguera debajo del seto. Un momento después, Alicia cayó tras él por el agujero de la madriguera, sin pensar ni una sola vez en cómo iba a salir de nuevo...”
Han pasado ya más de treinta años desde que leí por primera vez Alicia en el País de las Maravillas, el famoso cuento de Lewis Carroll, publicado por primera vez el 26 de noviembre de 1865. Y hoy, al releerlo, me sigue asombrando la manera en que su autor presenta, a través de este relato, el camino hacia el desarrollo y el crecimiento personal. La historia de Alicia no es solo una fantasía, es una metáfora de cómo salir de nuestra zona de confort y aventurarnos en lo desconocido puede transformar nuestras vidas. Todo comienza con una simple decisión: entrar por la madriguera del conejo.
¿Te has sentido alguna vez atrapado en una rutina que, aunque cómoda, ya no te satisface? ¿Has tenido esa sensación de que, aunque tu vida parece estar en marcha, hay algo más allá de lo evidente, algo que aún no has descubierto? Eso es exactamente la madriguera del conejo. No se trata de un lugar físico, sino de un estado de conciencia, un momento en el que nos atrevemos a cuestionar lo que damos por sentado y nos lanzamos a explorar las infinitas posibilidades que existen.
Entrar en la madriguera del conejo no es fácil. Quizá el primer paso sea tan pequeño como cambiar un hábito. Tal vez se trate de leer un libro que siempre te ha intimidado, o de tener una conversación difícil que has estado posponiendo. Cada pequeño paso hacia lo nuevo es como un peldaño en la escalera que te llevará a un nuevo nivel de autoconocimiento y bienestar.
Cada vez que enfrentas un reto y decides avanzar, aunque no tengas todas las respuestas, estás progresando. La madriguera no es un lugar estático; es un proceso de cambio constante que te lleva por caminos llenos de lecciones, revelaciones y desafíos. El crecimiento personal no solo consiste en reconocer que es necesario adentrarse en lo desconocido, sino en ponerlo en práctica en forma concreta.
Quizás esto signifique tomar decisiones difíciles, como dejar un trabajo que ya no te satisface, o comenzar a tomar control de tu salud mental y emocional. Salir de nuestra zona de confort es un ciclo constante: a veces damos un paso atrás, pero otras, damos dos pasos adelante. A veces te sentirás perdido, pero otras veces estarás más cerca de tus sueños.
Todos hemos experimentado esa sensación de miedo ante lo desconocido, esa inquietud que nos hace quedarnos quietos, estancados, evitando tomar decisiones que nos desafíen. Es normal sentir temor ante el futuro incierto, pero quiero invitarte a algo diferente: a dar un paso hacia lo desconocido, a aventurarte en lo que la vida tiene para ofrecerte. Cada vez que enfrentas lo que más temes, cada vez que rompes con lo que te limita, estás construyendo el camino hacia tu mejor versión.
La vida es una aventura, un viaje lleno de oportunidades para crecer y descubrir quiénes somos realmente. Si permanecemos atrapados en nuestra zona de confort, jamás conoceremos todo lo que somos capaces de lograr. Es enfrentándonos a lo incierto que encontramos nuestra verdadera fuerza, nuestras pasiones, y nuestro propósito.
La buena noticia es que no estamos solos en esta aventura. No estamos siendo guiados por un simple conejo blanco, sino por el Dios de dioses y Señor de los señores, quien nos acompaña en cada paso. Si Él va con nosotros, ¿qué temor podemos tener? Su presencia nos da la seguridad y la confianza necesarias para seguir adelante, sabiendo que, sin importar los desafíos, estamos siempre protegidos y guiados por Su mano amorosa.
Así que hoy te invito a que des el siguiente paso. Atrévete a entrar en la madriguera de conejo y vivir la aventura de tu vida. Aprovecha cada oportunidad de crecimiento, y recuerda que todo esto no es más que un capítulo, mientras esperamos nuestro maravilloso destino final: el Cielo.
“Aun cuando yo pase por el valle más oscuro, no temeré, porque tú estás a mi lado. Tu vara y tu cayado me protegen y me confortan” (Salmo 23:4 NTV)
¡Feliz y bendecida semana!
Con cariño,
Nataly Paniagua