La luz se filtraba suavemente por el pequeño orificio que acababa de abrir. Golpeó con determinación hasta que el duro caparazón empezó a quebrarse. El ave, consciente de que nacer era doloroso, sabía que permanecer en ese espacio que había sido su hogar era un costo aún mayor. Si no se atrevía a dejar ese refugio, se condenaría a la sombra y perdería la oportunidad de explorar nuevos horizontes. Con un profundo aliento, emprendió su viaje hacia el exterior, hacia una nueva etapa. Y al fin emergió, dejando atrás su prisión. La luz, como una lluvia dorada, acarició sus ojos y se convirtió en música para su corazón.

La frase del escritor chileno Alejandro Jodorowsky: “Si a un huevo lo rompe una fuerza externa, se acaba la vida. Si lo rompe una fuerza interna, comienza la vida”, nos recuerda que los cambios más profundos surgen desde adentro. Estoy convencida de que así es. Hasta que no tomamos la decisión de cambiar, permanecemos estancados. Solo cuando nos cansamos de la carga de la ansiedad, la incomodidad, la depresión y la soledad, podemos empezar a vivir plenamente.

La vida, en muchas ocasiones, nos presenta caparazones que necesitamos romper. Estos caparazones pueden ser creencias limitantes, miedos, relaciones tóxicas o incluso hábitos autodestructivos. Son estructuras que, aunque pueden habernos proporcionado un sentido de seguridad en el pasado, se convierten en nuestras prisiones, manteniéndonos alejados de nuestro verdadero potencial.

Imagina el momento en que decides que ya es suficiente. Ese instante en que te miras al espejo y reconoces que estás cansado de sentirte atrapado. Ahí es cuando surge la necesidad de sanar. Esta necesidad nos invita a un viaje interior, uno que puede ser desafiante, pero también profundamente liberador.

Este camino hacia la transformación no es fácil; la primera etapa es la aceptación. Implica reconocer la necesidad de sanar y cambiar. Es un viaje que requiere valentía para morir a viejas versiones de nosotros mismos, permitiendo que surjan nuevas experiencias. Debemos aceptar que estamos en un lugar que ya no nos sirve, que nuestras antiguas formas de ser y de vivir han dejado de ser adecuadas. Esta aceptación puede ser dolorosa, pero es un paso esencial. 

Una vez que aceptamos nuestra situación, el siguiente paso es el compromiso. Comprometernos con nosotros mismos a hacer lo necesario para cambiar. Esto implica establecer metas claras, pero también ser amables con nosotros mismos durante el proceso. La autocompasión juega un papel crucial en nuestra transformación. Cuando nos enfrentamos a obstáculos, es fácil caer en la autocrítica y el desánimo. En lugar de eso, debemos recordarnos que el crecimiento lleva tiempo y que cada pequeño avance cuenta.

También es vital rodearnos de un entorno que nos apoye. Necesitamos personas que crean en nuestro potencial y nos impulsen a seguir adelante. Ya sea amigos, familiares o incluso grupos de apoyo. El amor y la energía positiva que recibimos de otros pueden ser determinantes para el proceso de cambio.

Tratar la necesidad de sanar implica soltar el pasado. Esto puede ser uno de los pasos más difíciles, ya que a menudo nos aferramos a experiencias y relaciones que nos han definido. Sin embargo, liberar ese peso es crucial para permitir que la luz y la plenitud inunden nuestras vidas. Aprender a soltar no significa olvidar, sino reconocer que el pasado nos ha enseñado lecciones valiosas. Al soltar, creamos espacio para nuevas experiencias, para nuevos aprendizajes y para un futuro que aún está por escribirse.

Hoy te invito a reflexionar: ¿qué cargas estás dispuesto a soltar? ¿Qué cambios necesitas abrazar para permitir que la luz entre en tu vida? Da el primer paso, respira profundamente, rompe el caparazón y permite que tu viaje hacia la transformación comience. Recuerda que el cambio más hermoso nace desde adentro; está en tus manos. Cristo desea acompañarte en esta maravillosa aventura de la vida, mientras juntos esperamos nuestro destino final: el Cielo.

 

«El llanto podrá durar toda la noche, pero con la mañana llega la alegría» (Salmos 30:5b NTV)

 

«Pero olvida todo eso; no es nada comparado con lo que voy a hacer. Pues estoy a punto de hacer algo nuevo. ¡Mira, ya he comenzado! ¿No lo ves? Haré un camino a través del desierto; crearé ríos en la tierra árida y baldía». (Isaías 43:18-19 NTV)

 

¡Feliz y bendecida semana!

 

Con cariño,

 

Nataly Paniagua